Introducción
Frecuencia de fallos en las traducciones
Este artículo ponencia surgió tras constatar la frecuencia con la que se encuentran ciertos errores de ortotipografía en traducciones al español, especialmente del inglés al español. Algunos traductores —o quizá todos nosotros en alguna ocasión— tomamos los signos de puntuación del texto original como delimitaciones físicas de nuestro trabajo. Por negligencia, cansancio o inexperiencia, constreñimos nuestra redacción a los límites impuestos por la estructura sintáctica del texto de origen: hablo de la división de párrafos, la estructura de las listas numeradas, el punto y seguido, los dos puntos, paréntesis, citas, etc. Para aquellos traductores que encasillan literalmente su traducción en la estructura de frases y párrafos del texto original, los nuevos programas de gestión de memorias de traducción (como Trados o Déjà Vú) no hacen más que empeorar las cosas porque estos emplean tales signos de puntuación como acotadores de segmentos, como unidad de medida al fin y al cabo. Bien es cierto que estos programas permiten variar estas medidas, pero son un obstáculo más para el traductor descuidado.
La ortotipografía en la traducción
Puede definirse la ortotipografía como «la materia que trata la correcta acentuación y puntuación de los textos, además de la correcta utilización de ciertos signos complementarios».
Ausencia de documentación
Sobre estas importantes cuestiones existen algunos buenos libros, pero no tantos como sería deseable, sobre todo en formato de vademécum o manual de consulta rápido para redactores, traductores y escritores.
Disparidad de criterios
En los últimos tiempos hemos asistido, creo yo, a un desprestigio de la ortografía, calificada por algunas personas (incluso insignes) como una materia caprichosa y de reglas algo aleatorias, quizá olvidando que la ortografía nace de la necesidad de diferenciar palabras, dar ritmo a las frases y facilitar la lectura; no fue impuesta por ninguna oscura organización sino que fue fruto de la necesidad lógica de redactores y lectores en el transcurso de los siglos. En general, las propuestas extremistas de simplificación de la ortografía (como sustituir la letra Q y la C, cuando es oclusiva, por K) suelen caer en el olvido pues «pecan de aquello de lo que se quejan»: intentar imponer unas reglas estrictas al idioma, que es propiedad y patrimonio de todos. La ortografía actual es más sencilla y precisa que la del siglo pasado y, seguramente, la de la próxima centuria siga la tradición…
Mi intención es exponer algunos de los principales consejos prácticos para todo redactor, especialmente traductor, y que este artículo sirva como base para seguir aprendiendo y profundizando en el conocimiento de nuestra lengua.
Comillas
Existen tres tipos de comillas: las latinas o españolas («»), las altas o inglesas (“”) y las simples (‘ ’). Las comillas típicas del español son las latinas o españolas (« »). Las altas o inglesas (“”) se emplean cuando se incluyen citas dentro de una frase ya entrecomillada con las primeras. Las comillas simples se utilizan para encerrar significados o aclaraciones sobre el sentido de un término o frase.
Errores en las comillas:
1. Juan dijo: “Este “laburo” me tiene frito”.
2. Resolvió la cuestión ‘in situ’.
3. Fui a ver “La guerra de las galaxias”.
Uso correcto:
1. Juan dijo: «Este “laburo” me tiene frito».
2. Resolvió la cuestión in situ.
3. Fui a ver La guerra de las galaxias.
Letras mayúsculas
Se suelen usar en títulos de libros (cubiertas), cabeceras de publicaciones (diarios…), siglas y en los verbos de contratos y documentos jurídicos o administrativos (EXPONE, SOLICITA). Como es obvio, la acentuación de las letras mayúsculas es exactamente igual que la de las minúsculas. En otros tiempos hubo dificultades técnicas que impedían acentuar adecuadamente las mayúsculas, pero eso no significa que la norma haya cambiado. Paradójicamente, a nadie se le ocurriría, por ejemplo, dejar de poner la diéresis al escribir lengüeta en mayúsculas. Hace años me uní a la apuesta personal de Alberto Gómez Font (del Departamento de Español Urgente de la Agencia EFE): si alguien me muestra un libro de texto oficial de cualquier país hispanohablante en el que se diga que las mayúsculas no se acentúan, yo lo invito a unas cervezas. Las normas de estilo dictan que, cuando hay frases en mayúsculas dentro de un párrafo, deben emplearse las versalitas (small caps) y no las mayúsculas.
Errores mayúsculos:
1. La Ciudad Y Los Perros, de Vargas Llosa.
2. Alvaro llegó de Africa el viernes pasado.
3. Lo leí en El Heraldo De Córdoba.
Uso correcto:
1. La ciudad y los perros, de Vargas Llosa.
2. Álvaro llegó de África el viernes pasado.
3. Lo leí en El Heraldo de Córdoba. Otro error no citado: en los contratos estadounidenses (especialmente en los contratos de licencia de programas informáticos) es habitual usar las mayúsculas para destacar los párrafos más importantes de un contrato. Esto no es propio en español, donde se prefiere usar la negrita o aplicar otro estilo diacrítico distinto de las mayúsculas.
Siglas y acrónimos
Las siglas se forman con las letras iniciales de las palabras y no tienen por qué formar una palabra pronunciable: OTAN, FMI, CD-ROM, etc. Se escriben siempre en mayúsculas y, generalmente, sin puntos, especialmente cuando pasan a formar palabras (acrónimos): láser, inri, Mercosur… Los acrónimos son, pues, palabras formadas a partir de siglas, que tienden a escribirse en minúsculas y a las que se aplica las normas de acentuación y formación de plural normales en otras palabras. Las siglas forman plural por duplicación de sus letras. Un caso típico es el de EE. UU., sigla empleada en varios países para designar los Estados Unidos de América, que debe escribirse con un espacio entre ambos pares de letras. Estrictamente, EE. UU. es una sigla en plural y por eso debe llevar punto abreviativo y espacio, como FF. CC., CC. OO., RR. HH., SS. MM. No está de más recordar que, tanto en español como en inglés, es incorrecto formar el plural de las siglas añadiendo un apóstrofo seguido de s, a pesar de que es un uso muy extendido.
Errores de las siglas:
1. CD-Rom.
2. EE.UU., E U A, f.f.c.c., etc.
3. CD-ROM’s.
Uso correcto:
1. CD-ROM.
2. EE. UU., EUA, FF. CC., etc.
3. Los CD-ROM, unos CD-ROM o, en todo caso, CD-ROMs (véanse las excepciones personales, a continuación).
Aunque la formación de plural en las siglas que acabo de explicar sea la normativa, los traductores técnicos sabemos que esto es imposible de cumplir en diversos contextos. La proliferación de siglas para designar elementos y objetos en documentos técnicos nos fuerza, en algunos casos, a utilizar plurales de siglas porque no es posible añadir un artículo que aclare el número del sustantivo (las TRFU, unas TRFU). En esos casos, yo soy partidario de saltarme la regla académica —dada la extensión que tendrían nuestras traducciones si lo hiciéramos— y agregar una s minúscula al final de la sigla para formar el plural (TRFUs).
Excepciones personales:
1. Este módulo está compuesto de: TRFUs, HRTOs y FSTs
La raya
Se usa, principalmente, para indicar oraciones incidentales e indicar aperturas de parlamentos en diálogos.
Errores de la raya:
1. Son dos ciudades — Roma y Venecia.
2. La traducción — Una ciencia empírica
3. Come—dijo ella—o llegaremos tarde.
4. Disquete—soporte de almacenamiento…
5a. Me temo -comentó Juan- que da igual.
5b. Me temo –comentó Juan– que da igual.
Uso correcto:
1. Son dos ciudades: Roma y Venecia.
2. La traducción, una ciencia empírica.
3. Come —dijo ella— o llegaremos tarde.
4. Disquete: soporte de almacenamiento…
5a y 5b. Me temo —comentó Juan— que da igual.
En el primer ejemplo se ilustra un uso anglicado de la raya. En inglés, este signo se emplea a menudo dentro de un párrafo sin que se corresponda con otra raya de cierre. En esos casos, debe traducirse por el signo de puntuación en español que corresponda: dos puntos, punto y coma, raya (doble), coma, paréntesis, etc. Veamos ahora el segundo ejemplo: es muy común el uso de la raya en inglés para separar títulos, oponer el número de un capítulo a su título (Capítulo 1—Configuración) cuando en español es más propio usar otros signos (dos puntos, coma, punto y coma…). En el tercer ejemplo, se observa que la raya de apertura debe ir unida a la palabra que precede e ir a su vez precedida de un espacio y, la raya de cierre, debe ir unida a la última letra y seguida de un espacio. Es decir, se intercala en una frase igual que los signos de interrogación y exclamación. Otra forma anglicada (cuarto ejemplo) es la del uso de la raya como equivalente directo de los dos puntos en glosarios, listas de palabras, listas de descripciones, etc. La raya se escribe, en Windows, pulsando Alt+0151 en el teclado numérico. Nunca debemos usar el guión o un guión duplicado como sustitución de la raya (ejemplos 5a y 5b).
El guión
El guión se usa para separar palabras compuestas (p. ej., argentino-chileno) y dividir palabras al final del renglón.
En inglés hay una tendencia a utilizar guiones que nosotros no debemos calcar en español. En ocasiones, en nuestro idioma, el guión separa más que une. Para que una palabra sea válida en español, no hace falta que esté en el diccionario, basta con que haya sido creada ateniéndose a las reglas correctas de formación de vocablos. Así, rellamar, rehabituar, etc. son palabras correctas que no se encuentran en algunos diccionarios y que en español no necesitan guión, aunque sus equivalentes en inglés puedan llevarlo. Obviamente, quedan incluidas en esta regla expresiones, perífrasis y sustantivos formados con guión en inglés, pero que no llevan guión en español: previously-approved changes, easy-to-read manual, 2- or 3-hour…
Errores del guión: co-ordinar, ex-presidente, re-llamar,
El signo menos (–)
Es un signo más corto que la raya (—) y más largo que el guión (-). Tiene la misma anchura que el signo más (+) y otros signos aritméticos. Es conveniente usarlo cuando se escriben números, fórmulas u operaciones aritméticas pues tiene la misma anchura que ellos. El signo menos se obtiene pulsando Alt+0150 en el teclado numérico (en Windows).
Ejemplos:
1. Separación de fechas:
- Juan Rulfo (1918–1986) fue un gran… (el guión puede llegar a verse muy pequeño, especialmente si se emplean letras de anchura no proporcional).
2. Intervalos de páginas o numeraciones:
- Págs. 2–25, 2–14…
3. Números negativos y operaciones aritméticas:
- –5 ºC, –2000 pesos, 4 ÷ 2 × 6 = 12
Signos (I)
El signo & se llama et, no ampersand, que es su nombre inglés (derivado de ‘and per se and’). Su forma es, de hecho, la de la conjunción latina et (j ) convertida en un solo signo. En español tiene poco uso porque su función, ser una cópula breve, nunca podrá superar la brevedad de la conjunción española y. No es cierto que su uso sea anglicado, aunque el español resurgió con fuerza por influencia del inglés (por ejemplo, en nombres de empresas como Goodman & Sons). Antiguamente, la abreviatura de etcétera se escribía &c. o j c. de ahí que alguna gente, por confusión (incluso en algunos escritos de la Academia) diga que tal signo se llama etcétera. Signos (II) La barra sirve, entre otras cosas, para separar fechas; también tiene una función preposicional en algunas unidades de medida combinadas. En inglés es habitual escribir ciertas unidades de medida combinadas con este formato: mph (miles per hour), gpm (gallons per minute). En español debemos usar la barra.
Ejemplos de la barra:
1. Fechas: 2/1993, 19/5/84, 19/V/94
2. Unidades de medida:
- km/h y no mph
- m/s y no mps
El signo # se puede llamar ‘número’ o ‘cantidad’. Y digo «se puede» porque es un signo inglés, aunque muy utilizado en muchos países hispanohablantes (llamado gato en México porque recuerda al juego que en España denominamos Tres en raya). Lo cierto es que, en general, en español se prefiere el uso de abreviaturas como núm. o n.º. En algunos países hispanohablantes no se entiende este signo como equivalente de la palabra número, así que debemos evitar su uso si nuestra traducción va destinada a varios países de habla hispana:
1. Pieza n.º 5 y no pieza #5.
2. N.º tel. y no # tel.
Abreviaturas y unidades de medida
Las abreviaturas se distinguen de las unidades de medida en varios aspectos. La principal diferencia entre abreviaturas y unidades de medida es que aquellas llevan siempre un punto abreviativo que indica, precisamente, su carácter de palabra abreviada. Otra diferencia es que solo las abreviaturas pueden formar plural. Las unidades de medida son de número invariable. Asimismo, las abreviaturas admiten mayúscula, si es que su posición en la frase así lo precisa, mientras que las unidades de medida siempre van en minúscula.
Ejemplos de abreviaturas y unidades de medida:
1. Recorrió varios kms. hasta llegar.
Aunque las abreviaturas deben utilizarse únicamente cuando sea necesario por problemas de espacio (no es un recurso estilístico recomendable), podemos abreviar, dentro de un texto, como en este caso, una unidad que tiene su propio signo. Hablamos de kilómetros, pero lo tratamos como sustantivo, no como unidad de medida.
2. Tels. y faxes.
En este ejemplo se observa una abreviatura (que se distingue por el punto abreviativo) en plural. Como ya se ha señalado, las unidades de medida son de número invariable.
3. P.º, 1.ª, M.ª (no Ma.), 1.er
Ciertas palabras y números pueden abreviarse haciendo uso de letras en voladita. Generalmente, no más de tres. En algunos países, por influencia del inglés, se abrevian palabras comunes (como María o número) con la forma inglesa: inicial mayúscula, vocal y punto. No es lo habitual en español. Cuando la letra en voladita va subrayada, no hace falta el punto abreviativo: 1a.
4. n.º, núm. pero no No. o #.
Cuando se abrevia usando una letra en voladita también hay que incluir el punto abreviativo. Las abreviaturas, como cualquier otra palabra, van en mayúsculas o minúsculas, según si están dentro del texto o al principio de una frase. Hay cierta costumbre (por influencia del inglés) de calcar la abreviatura de la palabra número.
5. km/h, m/min, 20 kg, 12 kB, 10 MB
6. 12 h, 14 min
7. Bar más cercano: 5 m Las unidades de medida de los tres últimos ejemplos no llevan punto.
El punto
Debe tenerse cuidado al combinarlo con ciertos signos de puntuación: ( ), «», ¡!, ¿?, …
Las Academias han sorprendido a propios y extraños al indicar en su nueva Ortografía que el punto debe ir siempre fuera de las frases entrecomilladas, de paréntesis y otro tipo de acotaciones. Otros autores recomiendan usar el punto dentro de esos signos cuando la frase no es subordinada.
Después de los signos de admiración e interrogación nunca se pone punto porque se entiende que está incluido en el signo. Lo mismo ocurre con los puntos suspensivos, que se explican a continuación.
Puntos suspensivos
Se obtienen pulsando ALT+0133 en Windows, de modo que ocupan el mismo espacio que un carácter y no corremos riesgos de que se alteren al darle formato al documento. Siempre son tres puntos seguidos y sin espacios intermedios; solo tres.
Ejemplos de puntos suspensivos:
1. Tú, yo, la luna, el sol, tus ojos…
Sirve para omitir intencionadamente una parte del discurso, sugerir un final impreciso, denotar el paso del tiempo entre expresiones.
2. Su mujer […] una santa y él […] un tarado
Cuando los usamos para indicar que se ha omitido parte del texto lo habitual es ponerlos entre corchetes y, a veces, aun entre paréntesis.
3. … y se fue, como una ola.
Si una frase empieza con puntos suspensivos para sugerir un principio truncado, debe introducirse un espacio entre el signo y la primera palabra. Hay que tener cuidado de no abusar de este signo; ese efecto de imprecisión que transmite puede dar la sensación de que el que lo escribe parece no tener nada claro en su redacción. El otro día leí un mensaje en el que la autora empleaba 15 veces este signo. No sabía si afirmaba o dudaba hasta de su sombra.
Vocablos latinos
A veces se mete todo el idioma latino en un solo saco, pero a la hora de escribir ciertos vocablos, debemos diferenciar los vocablos latinos aceptados en nuestra lengua (españoles, por tanto) de las locuciones latinas y latinismos, considerados expresiones de una lengua extranjera en la nuestra. Aquellos se escriben en redonda y se rigen con las reglas de acentuación del español. Estos se escriben en cursiva. El inglés ha suscitado la confusión en algunos traductores despistados. Así, asistimos a la llegada de anglicismos ocultos tras una máscara latina. Es el caso de status quo (statu quo), versus (contra, frente, comparación; generalmente abreviado como vs.), memorandum (palabra normalmente abreviada como memo y que debe traducirse en muchos casos —no siempre— como nota, circular, indicación, pues un memorándum suele ser algo más formal en español). Esta última palabra resulta graciosa. Hace poco vi un programa informático que ofrecía, literalmente, «una función para memos», vamos, que permitía escribir notas para recordar ciertas tareas. Algo insultante, si lo leemos así, pero muy práctico. Memo debía de ser el traductor y el que aprobó la traducción.
Ejemplos:
1. Vocablos latinos españoles: currículum, referéndum, accésit…
2. Locuciones latinas y latinismos: in situ, ad líbitum, Alea jacta est, do ut des, a posteriori, motu proprio, grosso modo, etcétera.
Vocablos extranjeros
Ocurre lo mismo que con los vocablos latinos. Hay ciertos extranjerismos ya integrados en español y adaptados a nuestra escritura, aunque a veces, la pronunciación adaptada se parezca al original lo que un huevo a una castaña, como en el caso de búnker, bumerán, bungaló o elite (que la mayoría escribe élite y así se quedará). Luego están los extranjerismos de nuevo cuño. La Academia aconseja dejarlos en cursiva y sin acentuar si aún no han sido adaptados. En el caso de la palabra marketing, la Academia prefiere dejarla escrita como en inglés y marcada en cursiva, aunque esto contraviene el uso más extendido, porque un porcentaje muy pequeño de los hablantes la escriben en cursiva.
Ejemplos:
1. El impeachment es un proceso que…
2. Viajé a Nueva Escocia y luego a Misuri.
3. Hablar con anglicismos suena cool.